Desde la Antigüedad hasta nuestros días, las mujeres han estado supeditadas a las decisiones de los hombres. Para ellas quedaban las decisiones del hogar mientras en el exterior ellos se reunían y organizaban la vida social y laboral. Esto ahora está cambiando afortunadamente y las mujeres ya no están segregadas en los estudios ni tendrían por qué sentirse diferentes. Sin embargo, cuando camino por una gran ciudad como Madrid o Barcelona, los arquitectos que han construido magníficos edificios han sido siempre hombres y, por ende, los que han construido edificios para la población obrera también. Nunca he visto a una mujer albañil, aunque sí recibir comentarios por parte de estos.
En las grandes ciudades existe lo mejor y lo peor de cada casa, y también la mayor de las desigualdades. Sin embargo, a las mujeres se las relaciona con una idea más ornamental, más paisajística y menos práctica de la realidad. ¿Será ese el motivo por el cual a ellas les venden revistas sobre cómo decorar la casa? Que diseñen los interiores que es lo que mejor conocen, o al revés, como es lo que mejor conocen, es lo que mejor diseñan. ¿Y si al revés hubiese sido la historia?
Me pregunto cómo serían las ciudades si las hubieran construido las mujeres desde la época romana que aparecieron calzadas, puentes y acueductos. ¿Tendríamos ahora parques y jardines más amplios? ¿Les expropiarían casas bajitas a sus propietarios para construir pisos inalcanzables? ¿Les dejarían a los obreros pisos sin balcón? ¿Elegirían la economía de los pisos a la confortabilidad de las casas? ¿Eliminarían los mercados centrales conocidos como plazas de abastos para crear espacios comerciales laberínticos? ¿Construirían rotondas?… Nunca lo sabremos porque el pasado no se puede cambiar. Y quizás sea una visión sesgada de la realidad, pero todavía hoy sigue habiendo desigualdad en esta profesión y en otras. Y viendo el panorama político actual, pienso que no se trata de ser hombre o mujer sino más bien de crecer con sensibilidad, empatía, valores éticos y respeto. Esto se trabaja desde la educación ¿pero realmente funciona? Porque el mercado laboral nos pone otra vez a cada uno en su sitio y en desigualdad. Y cuando vienen las vacas flacas, no hay nadie mejor para defender el frente en casa que la mujer.