Viajamos de nuevo al país transalpino para contaros una historia de un postre muy conocido y característico de la ciudad de Roma, como son los maritozzi. Es muy común mientras paseas por sus plazas ver a alguien en una cafetería degustando esta especialidad junto a un cappuccino.
Es un panecillo parecido al bollito suizo elaborado con harina, huevos, mantequilla, leche y azúcar. Sus orígenes se remontan a la antigua Roma, cuando se le añadían pasas, piñones o naranja escarchada. Con el paso del tiempo, se ha ido versionando en bollitos especiales para la cuaresma parecidos a esta versión clásica, que en la época medieval eran muy populares y se les conocía como «Er Santo Maritozzo«.
Son panecillos que llaman por sí solos la atención cuando están expuestos en las vitrinas de las pastelerías romanas. Los rellenos que llevan incluyen sabores como la crema de ferrero, pistacho o avellana. Pero el clásico es el que luce blanco impoluto con el relleno de nata en su interior. La versión de nata parece ser la más actual y con historia romántica incluida, cuya receta podéis encontrar en mi blog.
¿Qué tiene que ver este pastel con las mujeres? Pues existen dos versiones de su historia y es que el nombre de este bollito no se ha elegido al azar. Maritozzo es una manera burlesca de decir marido, que en italiano se dice marito. Se comenta que las mujeres en edad de buscar esposo, elaboraban estos panecillos con la idea de regalar a quienes consideraban el mejor candidato. Pero con el tiempo se ha convertido en un referente de las pastelerías de Roma y de la región del Lazio en general.
El propósito de este dulce ha cambiado, pues después serán los jóvenes quienes comprarán estos dulces con la idea de regalar a la novia o fidanzata por San Valentín o en algún momento especial. El carácter de ofrenda de este postre, derivó a que sea el futuro prometido, quien le regalara a la futura esposa un maritozzo y que, al degustarlo, encontrara en su interior el anillo de compromiso o alguna joya por San Valentín. ¡No me digáis que no es romántico!
Es curioso cómo ha ido evolucionando la historia de este bollito italiano que además se ha versionado en otras regiones como Nápoles o Sicilia. Otra característica es su versatilidad, porque también podemos encontrarlo como tentempié salado relleno de burrata con pescado o embutidos.
Un sinfín de combinaciones, con intenciones románticas o sin ellas, pero con el punto en común de degustar un panecillo con historia y tradición romana. ¡No te quedes sin probarlo en tu próxima visita a la ciudad eterna!