Fragmento

«Luchar por una idea sin tener una idea de uno mismo es una de las cosas más peligrosas que se pueden hacer.

Cada vez que te sientas extraviado, confuso, piensa… en los árboles, recuerda su manera de crecer; recuerda que es árbol de gran copa y pocas raíces el que es derribado por la primera ráfaga de viento, en tanto que un árbol con muchas raíces y poca copa a duras penas deja circular a su savia. Raíces y copa han de tener la misma medida.

Has de estar en las cosas y sobre ellas. Solo así podrás ofrecer sombra, cubrirte de flores y frutos.
Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál escoger, no te metas en uno cualquiera al azar; siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo sin permitir que nada te distraiga; aguarda, y aguarda más aún. Quédate quieto en silencio y escucha a tu corazón y, cuando te hable, levántate y ve dónde él te lleve.

Si sientes pena cuando yo no esté, yo bajaré, como una tela de araña, para mirarte, sin hacer ruido, y tú cogerás un paño para que esa tela de araña no te afee el salón».

El árbol