Fragmento

«El inspector Meyers siguió explorando la habitación donde continuaba el cadáver esperando la llegada del forense. Revisó visualmente la habitación, no quería tocar nada hasta que llegaran los de la científica, pero quería hacerse una idea de la vida que había llevado el muerto antes de pasar a su nueva situación. La habitación era un dormitorio de un hombre soltero, en el tocador ni frascos de perfume ni cosméticos hacían acto de presencia, solamente un vacía bolsillos con las llaves, un par de tarjetas de visita que estudiaría posteriormente y su billetera. La cama había sido despojada de todo rastro de ropa, el colchón desnudo, sin funda ni almohada. Poco más podía hacer allí por el momento. Decidió bajar al sótano para intentar conocer algo más al causante de que no estuviera emborrachándose en ese momento. En la cocina, modelo años noventa y, al parecer, con poco uso ya que los poyetes estaban desiertos de fruteros o pequeños electrodomésticos».

El aviso