Fragmento

«Consiguió emborrachar un poco a Natalia sin que se gastaran un euro en copas. Y esta le dijo que con ella todo parecía fácil. Que tenía que aprender de ella. María le preguntó por su vida con curiosidad. La otra contó que había sido una buena hija obediente. No fue rebelde. «Es inteligente pero reprimida», pensó María. Sus padres eran de clase media. Tenía un hermano pequeño, había tenido que cuidar de él y ser «la mayor», la responsable y obediente. Se dio cuenta de que en el fondo idealizaba al padre de Carmen, su amiga de la infancia, le hubiera gustado tener un padre así. Cuando María le decía que los tipos de alrededor se las querían follar, Natalia sonreía nerviosa. María quería despertar a la mosquita muerta, percibía todo su potencial y no le gustaba nada verla tan desquiciada con su marido y la suegra».

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