Fragmento

«Un parto instintivamente mamífero nos llevó al encuentro de nuestro hijo. Hoy, cumple un año. Un parto feliz y rápido (apenas cinco horas entre la primera contracción y su nacimiento) en el que ambos estuvimos conectados durante todo el viaje. Yo, que tenía planeado al detalle qué haría durante la dilatación -bailar, cantar, un baño caliente, infusiones…- y que sabía con exactitud cómo quería parir -me había leido todos los manuales, habíamos pedido bañera-, tuve que alejar mi estado mental para dejarme guiar por un cuerpo que clamaba verticalidad y ritmo.

Dejaba que el dolor se expandiera por todo mi ser. Para después, en los minutos de tregua, respirar y serenarme, conectarme conmigo y con nuestro hijo. Nada de lo planeado me servia, ni las respiraciones, ni los movimientos aprendidos… pero tampoco lo necesitaba. Era mi cuerpo el que me hablaba y yo solo tenía que escucharlo y dejarme guiar por mi propia naturaleza. Ser mamífera.
Afortunadamente, tenía conmigo a mi mujer, que fue capaz de sostenerme y abrazarme cuando yo la necesitaba, pero también de darme espacio. De ser la mente por las dos, de agarrar el coche y hacer en 10 minutos un trayecto que se tarda 25 mientras veía como nuestro hijo empujaba porque quería salir ya.
Tenía prisa, o simplemente, habia llegado su momento y no iba a esperar a llegar a paritorio. Ni epidural, ni piscina, ni monitorizacion, ni camas. Dijo salgo y salió. Gritaron «tiene la cabeza fuera” y mi mujer, instintivamente acercó su mano y lo sostuvo. Igual que me había sostenido a mí, sostuvo a nuestro hijo en su primer paso en la vida. Lo sentí salir. Nuestro hijo había llegado al mundo.
 Tuvimos la fortuna de pasar solos las tres siguientes horas, piel con piel, haciendo florecer esta maravillosa lactancia que se mantiene hasta hoy.
En el informe pone que llegué al hospital a las 4.20 y que a las 4.30 nació. 10 minutos. Fue un parto rápido e intenso, absolutamente maravilloso. Yo solo necesité escuchar a mi propio cuerpo. Mi mujer nos sostuvo. Nuestro hijo sabía nacer y yo sabía parir. Y juntos, los tres, hicimos este camino. Un camino que hoy celebramos en su primer cumpleaños, en nuestro primer cumpleaños como madres, porque la vida hay siempre que celebrarla. Gracias hijo mío, por elegirnos como tus mamás».
el mamífero nacimiento de mi hijo