Fragmento
«Ando perdida. Tengo la cabeza en otro sitio. Con ella. La miro y no puedo dejar de llorar. No hay nada más que pueda hacer que estar a su lado. Para que descanse. Cuanto antes y de la mejor manera posible. Respira profundamente. Cierra los ojos. Parece que duerme. Le cojo la mano. Me mira. ¿Qué pensará? Le digo que es guapa, que la quiero muchísimo y que se deje llevar. Cierra los ojos. Parece que duerme. Le doy un beso. Sonríe. Me cambio de lado y le cojo la otra mano. Está inquieta y se suelta. Vuelve a dormir. Mientras, en la calle, los coches pasan y los niños juegan en el parque. Fuera de la habitación, hablan las auxiliares de enfermería. Respira profundamente. Me da miedo que una de esas inhalaciones sea la última. Miedo por mí. Pero es lo mejor que podría pasarle a ella. Porque ya no tiene sentido. Ninguno. Faltan 8 días».